Aristóteles dijo una vez que la amistad es un alma que habita en dos cuerpos y un corazón que habita en dos almas. Un amigo es al primero que llamás para contarle que esa chica que te gusta te miró; es la que te presta la remerita, aunque sea nueva; es con el que tenés esa charla que no tenés con nadie más. Los chicos del Grupo de Adolescentes con VIH de Fundación Huésped invitaron a sus compinches para compartir cómo fue el momento en que les contaron que vivían con VIH.
No fue algo sencillo, no sabían cuándo, dónde ni cómo decirlo y todos coincidieron en que el mayor miedo es al rechazo porque, como aseguraron, la mala información lleva al prejuicio. “Te entiendo si no querés ser más mi amiga”, le dijo una de las chicas a su amiga al contarle. Sin embargo, era mayor el temor de los chicos al dar la noticia que entre aquellos que la recibieron. Como dice otra de las adolescentes: “si supuestamente es tu amigo, no va a dejar de serlo sólo por eso”.
Las preguntas de quienes recién se enteraban fueron concretas: “¿cómo te contagiaste?”, “¿cómo se transmite?”, “¿pensás que va a influirte en el futuro?”. Algunos ya intuían que algo les estaba pasando a sus amigos porque “faltaban mucho al colegio” o porque cuando se quedaban a dormir en sus casas “tomaban pastillas”. Por eso, una vez que supieron la verdad, la confianza creció. “Nunca creí que me contaran algo tan importante”, dijo orgullosa una de las invitadas. Y otra agregó: “Después de que me enteré, nos acercamos mucho más y nos empezamos a contar cosas íntimas”.
Los chicos guardaron el secreto de sus amigos. Algunos de sus padres ya lo sabían, y otros se fueron enterando: “mi mamá se dio cuenta cuando leyó el prospecto del medicamento que mi amiga se había olvidado en casa. Entonces me preguntó si ella tenía VIH. Le dije que sí y no pasó nada”, dijo una de las adolescentes. Nada cambió en la relación de los chicos una vez dada la noticia. O quizá sí, porque, como explica una de las chicas, “contarlo hace que seas más amigo”. Hoy algunos compañeros insisten un poco más en los cuidados que deben tener sus amigos y dicen cosas como: “abrigate”, “acordate de tomar el medicamento” o “te re admiro”. Y a los chicos les gusta y no, porque no quieren que los traten de manera especial. Pero también saben que los amigos siempre son especiales para uno, que si uno está feliz, son dos los que se ríen y que si uno está triste también son dos los que lloran. Porque, justamente, de eso se trata la amistad.
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